Mis escrituras del mar
“Lo más impresionante del mar es ser el mar...”
(Eduardo Casar)
Hace algún tiempo, sentados en la arena, con las olas lamiéndonos los pies, alguien me preguntó qué sentía cuando estaba frente al mar; no recuerdo cuál fue mi respuesta en ese momento, pero si hoy me lo volvieran a preguntar, mi respuesta sería ésta más o menos: tendría que traer el mar y extenderlo sobre el muro que está detrás de mí, mirarlo por un buen rato y entonces sí, dar una respuesta que tuviera que ver con aquello de que el mar siempre está con uno, aunque no se haya visto ni una sola vez siquiera...
Esa noche había una noche en tus hombros
fue una noche en que quiso llover
en que el cielo se me figuraba un renglón de palabras
aleteando
tras de mí, sin ser apenas llovizna
Las soledades se asomaron curiosas
y se fueron sin respuestas,
cabizbajas
La noche olía a mar
Nocturnamente, casi al final toqué tierra firme
las olas ya no pudieron
abrirse
pero sí sus labios fríos
El mar se me figuraba un montón de cielos
claroscuros, y yo inventé otra noche
para morir
(Fragmento de “Esta noche huele amar o a mar”)
(En post posteriores reseñaré dos cosas que ayer domingo 17 de junio me sacudieron: me he arrojado en parapente en la sierra de Tapalpa y vi un filme de Gaspar Noé –el mismo director de “Irreversible”–, titulado “Solo contra todos”, una película difícil de digerir, violenta, pesada psicológicamente).
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