La Chica Azul
HORARIO
Última hora
Se quedó allí, en su lado del mundo, los ojos ya guardados, las piernas estiradas, como roca bajo la sábana; la espalda se abría como una llanura que se antojaba andable, piel de durazno alargada, acuosa, que brillaba en sus humedales.
Primera hora
Dos palabras. El camino nocturno había sido aciago; a esa mañana antecedía la ida y el retorno al sur, al vientre de donde mana a borbotones, como si se salpicara agua con los dedos en el rostro de alguien, la querencia que se ramifica al compartirse.
Segunda hora
Había querido decírselo desde días antes, pero mi silencio pudo más. En esa segunda hora lo musité apenas, no pudo oírlo, pero cuando me besó despreocupada supe que lo había entendido.
Tercera hora
Una mujer desnuda me avasalla. La Chica Azul me avasalla. El mundo se vuelve incomprensible pero también parece menos peor de lo que es. Sí, la cohabitancia ha sido como perdese en una llanura: a menudo, cuando se asoma el sol, no quema, sólo deja el rastro de nuestras sombras que se multiplican, que al final terminan siendo dos, dos en una, una sola, ésa que nos enreda y nos acerca, nos lleva con quietud a la muerte compartida.
Cuarta hora
Detesto apegarme al reloj. Y las horas se abalanzan como parteaguas de las vivencias: la cotidianidad única que me importa la marcan ella y sus palabras, sus medios tonos, lo marítimo que he descubierto en su espalda, sus piernas de carretera, su mirada que soplo con la mía a cada rato.
Quinta hora
Si supiera cómo llevarla a ese lugar en que no hay regresos: porque las rutas se cierran apenas se les ha transitado de ida, porque el boletaje es mínimo, porque ya allá se decide la no vuelta atrás, porque no hay brújula a la mano, porque los pasos no saben andar por laberintos, la llevaría de una buena vez y para siempre.
Sexta hora
¿Qué se quiere decir al mundo cuando se ama a alguien? ¿Qué le importa al mundo si yo decido amar o me niego a hacerlo? ¿Qué vida le espera a aquél que se sujeta a estas leyes volátiles? ¿Qué canta, lee, escribe o planta quien pierde la cordura porque así lo desea? ¿Qué secreto resiste el haber sido compartido? ¿Qué se esconde en ti?
Séptima hora (segunda última hora)
Te tengo. No es que tenga y ya, sólo te tengo.
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