De lo infumable y otras ociosidades
A veces ocurre que preferimos lo que sugiere a aquello que acaba por abrirse de par en par y no provoca mayor expectación, y mucho menos satisfacción; casi podría decirse que se vuelve repugnante….
También ocurre que durante todo el día andamos tarareando una canción que nos mueve algo, pero cuya letra no logramos aprender, ni siquiera el título podemos recordar y, sin embargo, no hay mejor manera de entender el mundo si no es a través de esa melodía….
En ocasiones, del mismo modo, ocurre que tras la lectura de un libro, si nos gustó, andamos recomendándolo a todo aquél con el que nos cruzamos; caso contrario, si por alguna razón no fue de nuestro agrado, también lo recomendamos, con la salvedad de que antes lo hacemos pedazos….
Y ocurre en otros momentos que pensamos que ya todo está dicho, o sobreentendido, o señalado, pero de un instante a otro nos damos en la cara porque resultó que ni nada estaba dicho ni sobreentendido ni señalado, y mucho menos concertado….
Lo que asimismo ocurre continuamente es que por días, meses o tiempo no contado, andamos a la búsqueda y caza de algo que consideramos importante, mas al cabo de conseguirlo le restamos importancia y lo dejamos de lado casi con violencia.…
A veces ocurre que nuestros mayores temores acaban convirtiéndose en nuestros mejores aliados: recuérdese aquello de “antes yo le tenía miedo a las arañas, ahora llevo una tarántula sobre mi hombro a todo lugar al que voy”….
Invariablemente ocurre que gritamos y manoteamos cuando algo se sale de lo pensado, cuando algún plan se viene abajo; pasado un rato, tras pensarlo mejor, concluimos que eso fue lo mejor que pudo haber ocurrido; la perspectiva del mundo sufre un inmenso giro si los huevos estrellados no lo son tanto porque la yema se rompe….
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