De las mafias
Juegos, trampas y dos armas humeantes y Ghost dog –el camino del samurai– tienen algo en común: se acercan al mundo de la mafia, los gángsters y ejecuciones a sueldo. Pero sus planteamientos son totalmente distintos.
La primera muestra a una banda conformada por cuatro tipos, que se ven involucrados con entes mafiosos por una cuestión de juego de póker y apuestas, como haber tenido «un mal día en Bosnia». Las circunstancias, y sus decisiones, no les favorecen. El segundo filme lo aborda desde un asesino a sueldo de la mafia –que sigue las reglas y pone en práctica la ética del samurai–, de raza negra, que al cometer un error en un trabajo pasa a ser el perseguido por sus contratantes.
El fin que buscan ambas películas también es diametralmente distinto: Juegos, trampas… podría considerarse una sustanciosa y humorística parodia de las películas de matones y policías, tráfico y familias de abolengo involucradas con las drogas. En tanto que Ghost dog retrata la situación de un asesino negro, que se considera sirviente de un mafioso porque éste, tiempo atrás, le había salvado la vida; las reglas del auténtico samurai en la tradición japonesa es siempre servirle y nunca faltarle al respeto. La cuestión es que por el error, el asesino será perseguido incluso por su protector. Se evidencia, por esto, que hay una intención de traer a cuento a los samurais del Japón antiguo y un homenaje nada velado para Kurosawa, por su filme Rashomon.
Otra variante de los dos filmes es que Juegos, trampas… va de sorpresa en sorpresa –gira sobre sí misma en varias ocasiones–, hay volteretas en la historia que provocan en el espectador la incertidumbre, lo que equivale a sortear un final –que queda inconcluso– totalmente inesperado. Y, en cambio, si atendemos al planteamiento de Ghost dog –que no sus implicaciones y nudos argumentales– y el rumbo que toman las acciones se sabe, con anticipación, en qué va a terminar la historia: pero lo sobresaliente en este sentido es cómo Jarmusch lleva el filme a un clímax bien saboreado, no obstante el devenir intuido.
Ambas películas tienen ingredientes suficientes para sentarse a verlas sin temor de salir estafado, más bien satisfecho; aunque, es bien sabido, la mejor conclusión la saca cada quien por su cuenta.
(Juegos, trampas y dos armas humeantes –1998– es una película inglesa, filmada toda en Londres y cuyo director es Guy Ritchie, y cuenta con la sorpresiva participación de Sting y de Vinnie Jones, un exfutbolista inglés retirado; Ghost dog –1999– es un filme de Jim Jarmusch, el mismo director de Flores rotas y Hombre muerto, y cuyo personaje principal recae en Forrest Whitaker.)
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