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Vengo del corazón a mis trabajos

Recuento

Recuento

 

Este fin de semana nuevamente vi a la Rendidora Sabelotodo, vino de visita a casa de su abuela. La niña está creciendo, se ve flaca, alargada, cada vez más hermosa, cuyo perfil va adquiriendo una definición más marcada. Incluso su voz, antes chillante y desafiante, hoy parece que ha entrado en un lapso de reposo. Sigue platicando hasta por los codos.
Siempre es gratificante ver y abrazar a la Rendidora. Hoy comerá en casa de Marco, un antiguo amigo del Kinder.

La cascarita del viernes fue agotadora. Está visto que esto de jugar al futbol ha pasado a mejor vida. Me canso con suma facilidad y la habilidad ha venido a menos. Por lo menos, aunque perdimos, clavé un gol que me hizo recordar los buenos tiempos, ya idos por supuesto. Como anochece más temprano, hubo que jugar, por un rato, a la luz de farolas, y la visibilidad no era muy buena, así que también fui el artífice de un autogol.

Primero, Linda, después Jacob, fueron atacados por la viruela. Ese par de aretes han atravesado días tristes y dolorosos, pero, según supimos ayer, ya van de salida. La Linduris sabe bailar hawaiiano y Jacob, cuando hay que hacer fila para algo o pedir en comunidad, sabe decir sabiamente: «También Jacob quiere».

El sábado por la noche Bebé andaba a grito abierto por la calle, con emoción y risas, quizá desfogando con anticipación sus avatares de los próximos diez días en que estaría alejado de casa de su abuela y, por consiguiente, de nuestra cercanía.

Terminé de leer Dublineses de Joyce, un libro de cuentos, sobrio, que va de una contenida emoción a entretenerse en definiciones largas y quizá faltas de luminosidad, pero ricas visualmente; y ya me enfrasqué en La familia de Pascual Duarte, del que tengo que hacer un reporte para una clase de la universidad. La diferencia entre estos dos libros es que el primero lo leí por placer, y el segundo es por obligación, aunque esta obra de Camilo José Cela me está pareciendo, a pesar de su tono dramático, sencillo y divertido.

A la Chica Azul la han estado aquejando algunos malestares que, en un primer momento, consideré menores, pero dada su repetición y agudizamiento, habrá que planear una visita al médico en cuanto sea posible. Por lo pronto, ella hoy pisará la grama del Estadio 3 de Marzo para ver desgañitarse con sus rolas a la legendaria banda de Soda Stéreo.

Césaria Evora en estos momentos canta «Sodade» y yo, de su mano todavía sobrevuelo la selva chiapaneca rumbo al último reducto maya... y toda la cosa…

«Silencio, la tierra va a dar a luz un árbol…»
Vicente Huidobro, «Altazor»

 

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