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Vengo del corazón a mis trabajos

Letras apenas

Desmemoria

Desmemoria

“Es todo lo que puedo recordar....”

(Alejandro Filio, “Es todo”)

 

En “Miss Amnesia”, cuento de Mario Benedetti, se habla de un tipo de amnesia inducida: la mujer protagonista se fuerza a olvidar aquello que de algún modo u otro le provoca dolor. Lo particular de esto es que lo logra: se trata de una falta de memoria a corto plazo, como si pusiera un velo ante aquello desagradable que le ocurre. Podría pensarse que esto es una capacidad fantástica, una manera de salirle a los problemas sin que éstos alcancen siquiera a tocarnos. Pero, Miss Amnesia profundiza tanto en esta acción, que llega a olvidar de un momento a otro incluso los rostros de las personas que le hacen daño, lo que, resulta obvio, la vuelve vulnerable ante los repetidos ataques de éstos. Su falta de memoria es cíclica, cada cierto tiempo, tras de que le sucede algo, vuelve al mismo punto en el que no recuerda nada, y por lo tanto carece de algún registro de donde pueda asirse en caso de ser de nueva cuenta atacada.

 

Al contrario de lo que sucede con esta mujer, de entre las pocas cosas que recuerdo sin verme impelido a llenar lagunas, es que yo tenía buena memoria hasta hace pocos años. Era capaz de retener por un largo tiempo una multiplicidad de nombres y datos descabellados. A estas alturas ya no es así: soy un cliente más de la desmemoria, las más de las veces ando tanteando en la vida, haciendo de la incertidumbre –¡vaya paradoja!– mi única certeza. Hurgo a brazo partido en mi memoria tratando de recordar el nombre de los personajes de alguna película o de una novela, tratando de ordenar hechos en días subsecuentes, rostros parecidos y eventos fortuitos; por una ráfaga de semejanzas en ocasiones atino a recordar, pero a menudo mi memoria es un manto lechoso, insondable. Lo lamentable es que he ido de olvidos vanos a olvidos imperdonables.
La desmemoria es un laberinto donde a veces se avanza con los ojos vendados, en otras se va hacia atrás creyendo lo contrario, en algunas más se sigue un derrotero en círculos, y esa circularidad, pasado el tiempo y recorrida la distancia, nos coloca de nueva cuenta en la línea de salida: ese es el principio del abismo.

 

Si Miss Amnesia se fuerza a olvidar y lo logra, yo, en cambio, me fuerzo a recordar y las más de las veces no logro recordar nada....

¿Qué es la locura sino otro cosmos?

¿Qué es la locura sino otro cosmos?

“De músicos, poetas y locos...”, ¿de verdad todos tenemos un poco?


“¿Los locos somos otro cosmos?”. ¿Qué es la locura sino otro cosmos? ¿Se puede estar loco y cuerdo al mismo tiempo? ¿El loco es sólo un ser incomprendido o lo mueve en el fondo la rebeldía? ¿Qué es la locura? ¿A qué obedece a que alguien se le tache de loco? ¿Hay distintos tipos de locura: aquélla que padece el que está recluido en el manicomio y la que sufrimos los demás, los que andamos por la calle y, sin embargo, también somos prisioneros de una especie de locuacidad? ¿Cómo se puede llegar a ser un loco? ¿Cómo se le ha de hacer para regresar a la cordura? ¿Acaso estoy loco, soy un loco o finjo estar loco? ¿Todos, sin excepción, estamos locos, somos locos, tendemos a la locura? ¿Está loco aquél que disiente de las ideas de los demás? ¿O el que va a contracorriente como el salmón se desplaza río arriba? ¿O el que lleva hasta sus últimas consecuencias sus arranques, instintos, ignorancias, desatinos? ¿O el que piensa en nada y en todo a la vez? ¿O el que pone todo de su parte para mantener vivas las querencias y esperanzas que ante los otros resultan absurdas? ¿O el que lleva la música por dentro, pero también por fuera? ¿O el que simpatiza con lo poco común, aquello calificado como estrafalario, descabellado, incluso grotesco? ¿Qué hay detrás de un loco, cómo fueron su primeros días, el color de sus querencias, dónde echó, al fin, su mirada futura, los sueños que todo mundo de algún modo concibe? ¿La locura nos convierte en otros seres o seguimos siendo los mismos, no obstante el andar desorientado, la mirada extraviada, las palabras guardadas, la vida detenida?

“No me dejes caer hermano mío, ellos me esperan en un rincón, en un rincón del infierno.
No me dejes caer hermano mío, las flores del mal asaltan mis sueños, les quiebran los huesos, se ríen de mí, devoran mi sombra, me mueven el suelo, me muerden los labios.
Estoy cansado de besar el muro frío, de navegar por los pasillos, de mirar el ventanal, de ver morir a mil caballos en el vacío, uno a uno arrojarse serenamente”.
(Arturo Meza, “Las flores del mal”).